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El arte de escribir bien

septiembre 23, 2013
Escribir bien
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La importancia de escribir bien

Leo el texto. Lo vuelvo a leer. Creo que, cada vez que vuelvo sobre esas líneas, tratando de comprender su significado, mis ojos se abren un poco más y mi cabeza se desespera, también, un poco más. Mi corazón se decepciona. ¿Pero qué demonios pretende decirme, en qué estaba pensando, si es que lo hacía, mientras me enviaba este email? No entiendo ni papa. Y eso que se supone que hablamos el mismo idioma.

¿Os ha pasado esto? A mí, sí, y demasiadas veces, por desgracia. Seguro que más de uno habéis descubierto que teníais un jefe, un cliente, amigo o familiar a quien respetabais y os habéis visto tristemente decepcionados cuando habéis descubierto cómo se expresaba por escrito. Porque lo cierto es que, al igual que cómo hablamos o cómo nos comportamos con los demás, cómo nos expresamos de forma escrita dice mucho de nosotros.

En esta entrada intentaré explicar por qué es tan importante expresarse bien a la hora de escribir, y lo haré a través de los ejemplos más sangrantes que atormentan mi memoria. Tal vez, tú seas una de esas personas que ha causado esa decepción y no lo sepa. Tal vez, en algún momento, yo lo haya sido también. Porque hay que partir de la premisa de que este tipo de situaciones se dan simplemente por desconocimiento. Cuando una persona se comunica con otra, siempre lo hace porque desea ser comprendida, y no para confundir al receptor de su mensaje. No pasa nada. Todos somos humanos.

  • Larguísimos textos sin una coma, un punto. Sin mayúsculas y sin separación de párrafos. Sí, me refiero a ese tipo de mensajes que todos hemos leído, donde nos encontramos con una amalgama de palabras que, intuimos, quieren decirnos algo, pero donde no podemos encontrar una referencia a dónde comienza una idea y dónde termina, cuándo nos han cambiado de tema o si esta persona de verdad se expresa con seriedad. Parece, más bien, un ejercicio de escritura automática.

Antes de ponernos a escribir, es bueno tener en cuenta lo que queremos expresar.

En el caso de ser un texto con una sucesión de ideas, ¿qué tal si las ordenamos? En caso contrario, el texto nos transmite el desorden de la cabeza de la persona. Y entonces, ¿Qué pensaremos de él? Que es una persona caótica y desordenada. Hay que pensar, reflexionar antes de comenzar. No parece tan complicado. Y, desde luego, si aspiramos a escribir en nuestro idioma, ¿qué menos que tener unas nociones básicas de sus normas de puntuación? A más de uno le vendría bien un repaso.

  • Mensajes con ideas vagas, faltos de concreción, con un grado de abstracción que raya en pesadilla. Estos mensajes pueden tener una forma de expresión relativamente correcta, pero no van a ninguna parte. No dejan claro cuál es el objetivo de la comunicación ni permiten extraer ninguna conclusión. Este tipo de redacción suele partir de una falta de consideración acerca del objetivo del texto – que siempre debería ser transmitir un mensaje al receptor- y de un desorden y caos personal que no permiten que el emisor se pare a pensar: “¿entenderá el receptor a lo que me estoy refiriendo?” Un poco más de atención a lo que se escribe y una relectura del texto antes de darlo por cerrado deberían ser suficientes en la mayoría de los casos para solventar este problema.
  • Errores gramaticales y de ortografía. De éstos hay demasiados. Si bien podemos entender que todo el mundo puede tener un desliz al escribir o dejar una errata en su mensaje de manera totalmente involuntaria, estos problemas deberían ser fáciles de solucionar.

En primer lugar, para poder expresarse correctamente, es importante haber leído mucho. Ésta es la forma más sencilla de que las faltas de ortografía salten ante tus ojos y te resulten incluso dañinas – hay algunas que dan miedo -. Sin embargo, podemos encontrarnos también con personas que, si bien no cometen las faltas de ortografía más espantosas, sí tienen graves problemas con las tildes. ¿Y de dónde puede venir este problema? En muchos casos, su origen procede de la excesiva confianza en los procesadores de texto.

El corrector ortográfico de Word no es nuestro amigo.

El corrector ortográfico de Word pasará por alto muchas correcciones, y en otros casos te pedirá que corrijas errores que no son tal, sólo porque la palabra no viene en su diccionario. Tendrás que añadirla. Y parecido sucede con las sugerencias hechas por esta función a la hora de corregir los errores gramaticales. No olvides que eres tú quien debe saber que tus textos están correctamente escritos. El corrector de Word puede ayudarte, sin embargo, cuando escribas dos veces seguidas la misma palabra. Cuando repases el texto es posible que no lo veas, pues tu cerebro, al ver dos veces la misma información, la pasa por alto. Aunque,  una vez más, esto es lo realmente importante: no hay nada como hacer una última lectura de repaso a tus textos antes de darlos por concluidos y que pasen a su receptor. Así, podrás asegurarte de que todo esté bien.

Estos consejos deberían ser suficientes para poder mejorar, en la mayoría de los casos, la forma de expresarnos para que los demás nos entiendan cuando nos comunicamos por escrito.

Vivimos en un mundo donde la comunicación escrita ya es habitual en todos los ámbitos – principalmente por la gran importancia que ha adquirido el correo electrónico y sus derivados, tanto a nivel personal como profesional-, y forma parte de la impresión general que causamos en nuestro entorno. A la hora de pensar en si esto es importante para ti y quieres tomártelo en serio, la pregunta es muy sencilla: ¿quieres ser percibido por tus compañeros, amigos y familiares como una persona desordenada, poco reflexiva y falta de cultura? ¿O prefieres dar una imagen de responsabilidad, preparación y coherencia?

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